X-Pro3: Un año después

Publicado por Sunny Galeana en
X-Pro3: Un año después

Desde que iniciaron los rumores de que la X-Pro3 no tendría una pantalla visible, se dividieron mucho las opiniones, y creo que los comentarios se abatieron más hacia el lado negativo por esta decisión. Después del lanzamiento, decidí inclinarme por esta cámara por razones sencillas, pero de peso para mí.

La primera razón, y más importante para mí, es la forma del cuerpo. En lo personal, prefiero los tipo Rangefinder, es decir, aquellos que tienen el visor en la orilla del cuerpo, de tal forma que cuando nos llevamos la cámara a la cara, el ojo derecho queda justo en el visor dejando descubierto el ojo izquierdo, para poder estar pendiente de lo que sucede en el resto de la escena. 



Esto es útil en foto de calle, donde todo se desenvuelve rápido y sin control, pero también en otras situaciones se puede estar alerta para hacer algún re-encuadre rápido. Es por esto que, para mi estilo de foto, prefiero equipos como las X-100, X-E y X-Pro, por encima de la forma DSLR que ofrecen las X-T en donde el visor está siempre al centro del cuerpo.

En segundo lugar estaba “la experiencia” que ofrecía ocultar la pantalla principal, que me causaba mucha curiosidad. Yo enfoco mi trabajo a la fotografía y hago el 90% de ellas utilizando el visor y no la pantalla, por lo que, de inicio, no parecía una opción nada alocada para mí. Recibí la cámara justo a tiempo para poder probarla en una boda que tenía ese mismo fin de semana, la última antes de la pandemia.

Inmediatamente noté algunas cosas: sentí que la batería me duró un poco más, ya que no está encendida la pantalla mientras está oculta, y que, efectivamente, el diseño forzá a hacer todas las fotos con el ojo en el visor, sin oportunidad a hacer fotos mirando la pantalla. Y esto lo disfruté mucho; Es un pequeño cambio en el diseño, pero con un gran efecto en la experiencia de hacer fotos.

Estar inmerso en el visor, con mejor atención al detalle y hacer las cosas de manera mucho más consciente. A lo largo de este año y unos cuantos meses, he usado la cámara para todo mi trabajo personal y profesional, variando en suficientes aplicaciones de fotografía como para emitir un juicio real, pensando en el uso normal después de un año. En este tiempo, he hecho fotos de bodas, retratos, productos, alimentos, documentales, de calle, paisaje, nocturnas, larga exposición, en lluvia, y demás. Es decir, tengo las suficientes horas tras la X-Pro3 como para tener un veredicto de largo plazo a estas alturas.


Sería deshonesto decir que todo ha sido miel sobre hojuelas y que la foto se adapta a todas estas condiciones y a todos los estilos de trabajo. Por ejemplo, llevo tiempo trabajando en una serie en donde retrató acróbatas y equilibristas parados de manos en algún entorno urbano, y la gran mayoría de estas fotos es en formato vertical, por la composición natural de la forma erguida y solitaria de ellos, y me gusta la perspectiva que ofrece disparar casi pegado al suelo. Para estos casos, la X-Pro3 se vuelve incómoda, ya que requiere tener la cara prácticamente pegada al suelo para poder encuadrar correctamente. 


En esos casos, extraño un poco la X-T3 que tiene la pantalla articulada en dos ejes, o mejor aún, la X-T4 o recientemente la X-S10, en donde se puede colocar la pantalla en muchas posiciones, y disparar a cunclillas viendo la pantalla es perfectamente cómodo para estos casos. Algo parecido sucede cuando se monta la cámara a un tripié. Por una parte, la zapata (por pequeña que sea) va a limitar el movimiento de la pantalla hasta unos 90º. Para hacer fotos en horizontal, no hay mayor problema. 

La he usado muchísimo en esta posición y resulta cómoda. Se puede ver la pantalla desde arriba en una posición normal. Esto cambia drásticamente cuando se inclina la cámara de lado para alguna foto en vertical, cosa que hago mucho, pensando especialmente en el formato de Instagram, o bien de Historias.

Por los mismos 90º, uno termina viendo la pantalla de forma perpendicular a la escena, y resulta incómodo. Esta es la única condición que he encontrado realmente incómoda después de un año de usar la X-Pro3. Cuando se trata de foto de producto y puedo tener el tripié a una altura cómoda, uso el visor sin mayor problema, pero cuando he hecho algo de paisaje, con un tripié muy bajito (de nuevo, me gusta la perspectiva que ofrece estar cerca del suelo) se vuelve muy complicado usar la pantalla o tratar de ver por el visor. 


¿Podría solucionar esto cambiando de altura en el tripié o disparando en formato horizontal? Por supuesto que sí, pero no lo quisiera cambiar. Para todo lo demás, la cámara me ha acomodado de sobremanera y adaptado a mi estilo de trabajo. Ya estoy acostumbrado a trabajar siempre viendo por el visor y desarticular la pantalla solamente cuando quiero revisar las fotos o hacer ajustes “mayores” que no tengo a la mano en mi menú Q, que teniendo tanto tiempo libre en esta pandemia puede configurar completamente a mi gusto.

Algo que me hubiera gustado ver en la X-Pro3, pero que no es indispensable, es que la perilla de velocidad de obturación e ISO pudiera bloquearse con un botón, para evitar que esta se mueva, y la cereza en el pastel sería tener un pequeño led para poder ver el valor de ISO en condiciones de poca luz.

 

En conclusión, la X-Pro3 ha cumplido con mis necesidades, tanto en la forma física (que ha sido el tema central de la discusión por esta cámara) como en la parte de velocidad y calidad de imágenes. No hay alguna situación en donde, a lo largo de un año, haya sentido que me ha quedado corto el equipo o que pude haber necesitado mejor desempeño.

El sensor y procesador que ya conocemos, el de cuarta generación, resulta muy eficiente en condiciones de poca luz y la ergonomía general del equipo ayuda a un flujo de trabajo bastante intuitivo y rápido, ideal para fotografía documental, de viajes o de calle.

Escrito por: @Elcualquiera /Jaime Avila X-Photographer México


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